domingo, 27 de mayo de 2012

Producción y vigencia de la información procedente de diferentes medios


Los temas y programas que se producen en las cadenas y redes de comunicación, ya sea que se trate de entretenimiento o de información, buscaran responder  a las necesidades o circunstancias políticas, sociales y económicas vigentes  en la sociedad a la que se dirijan.
De manera casi sistemática, también encontraremos temas sobre historia antigua, arte, amor u organización social, debido a que forman parte de nuestro bagaje humano y nunca esta por demás voltear a mirar hacia ellas.



 


LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN SOCIAL Y SUS EFECTOS. UNA REFLEXIÓN DESDE LA PERSPECTIVA DE LA SEGURIDAD Y LA DEFENSA INTEGRAL.

El tema de la comunicación social, de los medios de comunicación masiva y de los efectos sobre el receptor, despiertan particularmente en esta era de la globalización un interés considerable, haciendo de ellos objeto de permanente discusión y estudio, por constituir uno de los principales agentes de socialización, toda vez que se ha demostrado reflejan gran parte de la cultura, cuyas características son transmitidas al individuo desde su más temprana infancia y han sido identificadas como valores, motivaciones sociales, actitudes, entre otras, y determinadas por modos estandarizados de comportamiento, expectativas, pautas que establecen la distinción entre el bien y el mal y tendencias generales aceptadas socialmente
A través de los diferentes medios de comunicación que tenemos a nuestro alcance, llámense medios impresos, radiofónicos, audiovisuales o digitales, se puede llegar a la población y actuar en todos los ámbitos de la vida nacional; económico, social, político, cultural, geográfico, ambiental y militar
El Comunicador social es el buscador y transmisor de la información en toda su amplitud, la  dificultad que implica su oficio reside en darle un adecuado manejo a esta información, en saber cómo comunicarla, cuándo y en dónde; él es una especie de espejo donde se intenta reflejar y hacer entender lo que le pasa al ser humano en cualquier parte del mundo. Para el despliegue de la labor que este profesional desempeña, se deben tomar en cuenta los principios esenciales de verdad, justicia, objetividad, responsabilidad (previa y ulterior) y profesionalismo, amparándose en las leyes por las que debe regirse; y así, sin salirse de sus cauces normales, no debe desperdiciar oportunidad para llegar a cada persona, proporcionándole conocimientos y tratando de ser camino útil a seguir en todo lo que signifique ayudar a la Nación, en su necesidad de estar preparada contra las probables emergencias que puedan afectarla
Ahora bien, si se trata de ser críticos y a la vez reflexivos a lo anteriormente expuesto, podría tomarse como una actitud radical que endilga sólo a los medios la carga de aprendizaje social y cultural, haciendo de ellos un ente absolutamente nocivo en lo que respecta a la libre expresión de las voluntades, lo cual tiene severas repercusiones para la seguridad y la defensa de un país.  No es así, las creencias,  actitudes, valores y puntos de vista de un individuo no son resultado únicamente de un grupo o acción, surgen de reflexiones entre todos los organismos de demanda; sobre estas bases, los efectos de los medios de comunicación masiva, son producto de la interacción entre el medio, el mensaje, la personalidad, los factores situacionales, las creencias de la conducta desplegada y los factores ideológicos que participan activamente en los conflictos y contradicciones sociales


Los medios de comunicación y las drogas.

Uno de los elementos del gran fenómeno de la post-modernidad, es el  de  los medios de comunicación.
Como en un inmenso video clip, noticias, telenovelas, programas culturales, y de salud, cuadros cómicos y películas, se entremezclan  con mensajes  y propagandas, en un indiscriminado espectáculo en el que un pasivo receptor, sin ningún compromiso intelectual y ni siquiera, emotivo, se convierte en un goloso consumidor de la gran verdad, la suprema verdad, la verdad de la TV. Lo que no aparece en la pantalla de los televisores, en los diarios, en las revistas, no existe.   
Pero no es nuestro objetivo hacer una disección de este fenómeno, sino reflexionar sobre la incidencia de los medios de comunicación en la problemática de las drogas. 
Son varios los aspectos que podemos tomar, sin querer agotarlos todos.
En primer lugar, debemos acotar que las noticias que aparecen en estos medios, suelen ser descarnadas, tendenciosas y no profundizan los verdaderos alcances del fenómeno  de las adicciones.
Aparecen estadísticas de dudosa  factura, y, por tanto, poco confiables, con abultadas cifras que terminan paralizando a la población, como, por ejemplo  , cuando  indiscriminadamente, se mezcla  drogadictos con  probadores o consumidores eventuales o abusivos.
Por otra parte, estos mismos medios, cuando se refieren a las drogas, lo hacen exclusivamente desde el punto de vista de las substancias ilegales, mientras publicitan y alientan  el consumo de tabaco y alcohol, cuyos efectos nocivos y mortales son bien conocidos.  Tampoco se refieren a los miles de usuarios de psicofármacos. Es decir, que esta cultura legitima ciertos usos, mientras prohíbe otros.  
Constituye también una distorsión, el encadenado  droga-delincuencia. Frecuentemente  se ha asociado el hecho delictivo al consumo de drogas.. No todo adicto es un delincuente, de la misma manera que no lo es un alcohólico. Pero sí, hay delincuentes que consumen alcohol  o abusan de las drogas para cometer sus delitos.
No menos distorsivo es considerar a la droga como un hábito de los jóvenes. El consumo no es un hecho típico de la juventud, aunque el inicio pueda darse en esta edad, o lo que es aún más grave, en la niñez. 
No existe una edad en la que el consumo sea mayor, tampoco hay una clase social más consumidora: en todos los tiempos, en distintos lugares y de distinta manera, la gente ha intentado resolver su angustia y su frustración.
Pero también es cierto que los jóvenes, por el lugar que ocupan en la sociedad, por las características de su edad, ya que se sienten omnipotentes, son curiosos y transgresores, y por lo particular de esta cultura,  tienden a ser los típicos experimentadores,  convirtiéndose, luego,  muchos de ellos, en adictos.
Por otra parte, la manipulación de los datos y las noticias, lleva a no dimensionar realmente, la magnitud del problema, ya que sólo se apunta al control de la demanda, a la prohibición de la oferta, a la culpabilización de
 la familia, a la creación de chivos expiatorios y a  la realización de costosísimas campañas de dudosos resultados  y que muchas veces terminan provocando el efecto contrario.
El tratamiento abultado y distorsivo de la noticia sobre  la criminalidad, la violencia, la corrupción, la droga, sin un adecuado tratamiento sobre la misma, suele provocar, sobre todo en niños y jóvenes, una respuesta desajustada.
El tremendismo de las noticias, los titulares exacerbantes, el falseamiento de los datos, crean un miedo difuso y paralizante en los padres y educadores, mientras que en los adolescentes despiertan curiosidad y en la población en general, una concepción mítica y equivocada del fenómeno.
La platea ve la problemática desde la lente del cronista, del comunicador o del funcionario. Los medios de comunicación actúan sobre la opinión pública como conformadores de conciencias, como orientadores de conductas, pero en esta tarea, también pueden convertirse en deformadores de la sociedad. A menudo, desde ellos, se remacha, justifica o legitima prejuicios o realidades culturales que nos son ajenas o responden a intereses muy particulares.
Y no nos estamos refiriendo aquí, a los medios sensacionalistas, porque éstos, terminan afectando, también, a los otros medios “serios”, ya que todos los medios constituyen un sistema integrado, en el que ganarán la batalla del espacio, aquellas noticias que presentan mayor espectacularidad o aviven las mayores emociones.
No creemos, por otra parte, que los medios de comunicación masiva puedan servir para una buena campaña de prevención, sobre todo si ésta se basa en
la prohibición, en el “no lo hagas”, en “la droga es basura”, “la droga es un viaje de ida”, y otras del estilo. Esto no está dando resultado.
El poner a uno de sobre aviso, el impedir que uno de un mal paso con un “NO”, es efectivo cuando este aviso llega a una persona o a un grupo que teme un mal paso. Si alguien me previene  de  apoyarme en un objeto recién pintado, de bañarme en un curso de agua contaminado, de una posible infección, del cólera, del HIV, de un animal peligroso suelto, este aviso me sirve y me ayuda, debido a que no quiero sufrir las consecuencias de un descuido. Pero esto no funciona cuando se trata de las drogas. Para el que busca consumir drogas, éstas se le presentan como algo agradable, necesario, como una forma mágica de resolver un malestar, y por tanto, no hará caso al “no lo hagas”, pues no haciéndolo, no resuelve su problema, y si lo hace, aunque sea momentáneamente, se ve compensado.
Las drogas no hacen bien, pero sin ellas, el adicto tampoco estará bien.
La prevención de las drogas, no es el discurso de la prevención.
Prevenir no es impactar con imágenes impresionantes a un nivel de personas que jamás consumirán drogas, mientras que a aquellos que consumen o consumirán, este mismo mensaje, será totalmente ineficaz.
La información a través de los medios de comunicación sólo será válida, si
ésta, está enmarcada en un proceso de prevención que comprometa a toda la comunidad.
Las campañas no sirven. Sólo sirven los programas que tiendan a modificar las conductas de una población. Esto no se hace  con la descripción de las calamidades que la droga, el alcohol y el tabaco producen.
Los comunicadores sociales deben tender a dar mensajes positivos, que lleven a una comunidad a preocuparse por sus valores, por su cultura, por sus necesidades, a hacer que la gente desee  ser feliz, busque sus propios recursos para alcanzar esta felicidad y pida ayuda cuando lo necesite.
Una persona no llegará a ser adicta, alcohólica, delincuente, suicida o loca,
porque alguien le sugiera que no lo sea: no lo será, si crece feliz, contenida
y realizándose en su área social, cultural, laboral y sobre todo, personal.
Los medios deben entenderlo: no es la droga lo que importa. Lo importante siempre es la gente. Aún, más importante que la noticia, más importante que el rating.